En general, se denomina micotoxicosis al grupo de enfermedades o trastornos causados en el ser humano y en los animales por metabolitos secundarios tóxicos, los cuales son producidos por algunas especies de hongos llamados micotoxinas [1]. Estas especies productoras de micotoxinas, crecen en los cultivos utilizados para el alimento de los cerdos y contaminan también los productos derivados del ganado. Estudios más recientes han demostrado que una o más micotoxinas están presentes en el 82% de las muestras de cultivos en Europa [5].
A pesar de que se han identificado alrededor de 400 micotoxinas, las aflatoxinas, la zearalenona, los tricotecenos (T-2 y vomitoxina), y las ocratoxinas presentan un mayor riesgo en el organismo del animal, provocando un sinfín de enfermedades en los cerdos y perjudicando gravemente la economía de la industria porcina. Por fortuna, existen arcillas y compuestos naturales con funciones adsorbentes para contrarrestar los efectos tóxicos de estas moléculas en el organismo de los animales, en este caso los cerdos.
Las micotoxinas son metabolitos secundarios producidos por determinados mohos como Aspergillus, Penicillium y Fusarium sp., que comúnmente crecen en cultivos y en alimentos almacenados. La aflatoxina, un tipo de micotoxina, puede ser encontrada como contaminante natural en cereales como maíz, sorgo, arroz y trigo o en productos como algodón, cacahuate, coco, girasol, frutos secos, especias, etc [4].
Sin embargo, los cerdos son los animales de granja más sensibles a las vomitoxinas y las toxinas T-2, es decir, a los tricotecenos. Estas toxinas tienen efectos dañinos en animales y humanos que consumen productos contaminados, ya sea la dieta del ganado o productos derivados como leche, cárnicos y embutidos. Un ejemplo sería que en 1930, fueron observados los primeros síntomas de intoxicación por tricotecenos en la antigua URSS en cerdos, presentando vómitos, diarrea, leucopenia, hemorragia, conmoción y muerte [9].
Impacto en la salud porcina por alimento contaminado
Hay una enorme variedad de efectos clínicos descritos en la producción de animales monogástricos: infertilidad en hembras y machos, muerte embrionaria, abortos, pérdida de apetito, reducción en la ganancia de peso, trastornos reproductivos, edema pulmonar, pancreatitis, daño hepático, coágulos en recto, alteraciones hormonales, incoordinación muscular, anorexia, gangrena en las extremidades, lesiones en el hígado, inhibición de síntesis proteica, entre otros [1]. Otro aspecto a tener en cuenta es que muchas micotoxinas tienen acción inmunosupresora a niveles bajos, favoreciendo la aparición de brotes de enfermedades como la salmonelosis, ocasionando un sinfín de problemas indirectos a su consumo en las granjas de actividad porcícola.
Además de los efectos negativos en la salud del ganado, hay micotoxinas que son excretadas por los animales, como en la leche de las cerdas. Las aflatoxinas tienen propiedades cancerígenas, por lo cual muchos países han regulado estrictamente los límites de estas sustancias contenidas en productos de consumo humano [3]. Se conocen como depresoras del sistema inmune e inhibidoras de la síntesis proteica, interrumpiendo la formación de ADN y ARN. Entre los signos clínicos de los cerdos expuestos a estos metabolitos, están anemia, hemorragias sistémicas, pérdida de peso, ictericia, nefrosis y la muerte [8].
Por otro lado, la zearalenona no es tóxica de forma aguda a diferencia de otras micotoxinas, pero tiene múltiples efectos sobre la reproducción de las cerdas prepúberes causando hiperestrogenismo, caracterizado por un enrojecimiento de la vulva y agrandamiento de los pezones [7]. En cerdas adultas, se ve afectada su fertilidad, reduce la supervivencia embrionaria en la gestación, altera la morfología de tejidos uterinos y disminuye la secreción de hormonas reproductivas.
Entre los tricotecenos, se encuentran la vomitoxina y la toxina T-2, sustancias con mayor impacto en la salud del ganado porcino. La primera, es una potente inhibidora del consumo de alimento y del crecimiento, provocando fuertes vómitos que orilla a los cerdos a dejar de comer para lograr detenerlos. También produce dolor abdominal, diarrea, inflamación intestinal, problemas en la piel, en el sistema nervioso y el circulatorio [7]. La segunda, produce lesiones severas en el útero y ovarios, pérdida de apetito, disminuye el crecimiento de los animales y ocasiona la muerte. A pesar de ser menos frecuente que la vomitoxina, la T-2 es una de las más tóxicas para la industria porcina, ya que interrumpe la producción de distintas formas y los cerdos son los animales más sensibles a este tipo de moléculas [6].
La ocratoxina A, es un potente agente nefrotóxico y hepatotóxico, inmunosupresor y reduce el crecimiento del organismo. Puede ocasionar úlceras gástricas y los animales permanecen en un estado sediento al consumirla. En altas concentraciones puede ocasionar pérdida de la fertilidad en verracos por alteraciones en la calidad y producción seminal [2]. Produce también efectos teratogénicos y carcinogénicos. En cerdos jóvenes puede ocasionar edema con rigidez generalizada. Han sido identificados casos de necrosis de colas en lechones y disminuye el crecimiento fetal debido a su transmisión a la placenta [6].
Por estos motivos, se utilizan una variedad de compuestos adsorbentes (en su mayoría hidrofílicos) que bloquean la digestión de biotoxinas en el tracto intestinal como solución. Estos crean complejos moleculares que son demasiado grandes para ser incorporados en el torrente sanguíneo, eliminados en las heces. El empleo de arcillas seleccionadas es muy común en la industria mundial de alimentación animal por sus propiedades bloqueadoras. La bentonita sódica activada tiene capacidad de intercambio catiónico, permitiendo la interacción con sustancias dañinas, neutralizándolas, como en el caso de las micotoxinas. Asimismo, aumenta la digestibilidad de nutrientes, aumenta la consistencia de las heces, protege el sistema digestivo de los animales y permite la restauración del funcionamiento hepático de lechones alimentados con maíz contaminado [4].
La contaminación con micotoxinas afecta de manera global a la gran mayoría del sector porcino y cerealista, así como en humana a nivel sanitario .
Por ello, es importante conocer las fuentes y las causas de este problema para poder prevenirlo y tratarlo, ya que ocasiona no solo un daño económico fuerte dentro de las explotaciones afectadas, sino también un problema grave para los consumidores finales de cárnicos o cereales contaminados por estas micotoxinas. La utilización de adsorbentes y aditivos formadores de complejos bloqueadores es entonces crucial para combatir la intoxicación por micotoxinas en cerdas, cerdos y lechones.
Bibliografía
[1] Bauza, R. Las micotoxinas, una amenaza constante en la alimentación animal. Ing. Agr., Dpto. de Producción Animal y Pasturas Facultad de Agronomía. 2007.
[2] Biró, K., Barna-Vetró, I., Pécsi, T., Szabó, E., Winkler, G., Fink-Gremmels, J., Solti, L. Evaluation of spermatological parameters in ochratoxin A- challenged boars. Theriogenology no 60 (2), 199-207. 2003.
[3] Castaing, J. Uso de las arcillas en Alimentación Animal. Avances en nutrición y alimentación Animal. XIV. Asociación General de Productores de Maíz. 1998.
[4] Devreese, M. & De Backer, S. Overview of the most important mycotoxins for the pig and the poultry husbandry. Department of Pharmacology, Toxicology and Biochemistry, Faculty of Veterinary Medicine, Ghent University. 2013.
[5] Gimeno, A. & Martins, M.L. Micotoxinas y Micotoxicosis en Animales y Humanos. Special Nutrients, Inc. 2011.
[6] Jacobsen, B. J., Bowen, K. L., Shelby, R. A., Diener, U. L., Kemppainen, B. W. y Floyd, J., 1993. Auburn University, Alabama. Circular ANR 767.
[7] Sala, E., Díaz de Terán, G., Pérez-Llano, B. & García-Casado, P. Micotoxinas y su impacto en la producción porcina. Engormix. 2008.
[8] Schatzmayr, G., 2004. International Pig Topics. Volumen 19, no 4, pag., 11-15.
[9] Yiannikouris, A., & Jouany, J.P. Mycotoxins in feeds and their fate in animals: a review. INRA, URH, Centre de Clermont-Theix, 63122 St-Genès-Champanelle. DOI: 10.1051/animres:2002012. 2002.